(De)Construccion de Arte Contemporáneo

Registro de actividades de curatoria y escritura, más comentarios de pasión y/o aburrimiento por el mundo del arte.

27.8.07

TEXTO: MEMORIAS DE LO LUDICO


Para el catálogo de la Colección de Juguetes Antiguos de Ramón Sotomayor, escribí el siguiente texto, que aborda qué es una colección en general, y de qué trata ésta, en particular.

MEMORIAS DE LO LÚDICO
“Ese extraño recinto que llamamos Arte es como una sala de
espejos o una galería de ecos: cada forma conjura un millar
de recuerdos y de imágenes de memoria”.
E.H.Gombrich, Meditaciones sobre un Caballo de Juguete.


Una colección es más que el acopio meticuloso de una serie de objetos similares entre sí: es, por sobre todo, la conformación de una entidad con carácter propio, que crece y adquiere valor…a veces monetario…pero siempre emocional.
Así mismo, la figura del coleccionista es la de un hombre que perpetua su asombro ante un objeto específico, para él único y maravilloso. Y como una revelación, esa admiración personal se hace imperiosa y se busca percibirla seguidamente; y no sólo eso: el deseo de transmitir la misma emoción a otras personas se vuelve un desafío. Surge en ese momento, entonces, y como única solución posible, la reunión afanosa de grandes cantidades de ese objeto del deseo: pero si en principio no es la pieza por sí misma la que causará asombro en los otros, si lo será entonces la constatación paciente de su recolección en serie. Por ende, se comenzará a admirar al objeto (sombrero, moneda, juguete) y se le respetará por sus cualidades intrínsecas, pero también porque ha sido capaz de inspirar el nacimiento del impulso metódico de recolección en un hombre.

La colección de juguetes antiguos de Ramón Sotomayor responde, como todo acopio, al deseo de acumulación de un objeto señalado por el coleccionista como venerable. Sin embargo, Sotomayor difiere de la gran mayoría de los coleccionistas, por su actitud generosa: él no guarda las piezas para sí en un cuarto bajo siete llaves, sino que estimula la apertura de su propia colección, entregando parte de sus objetos, para que sean intervenidos por algunos artistas.
Se abre la colección como un fruto, ofreciéndose en varias líneas de desarrollo creativo, que concluyen todas en una exposición: primero, la muestra de un número determinado de objetos pertenecientes a la colección. Luego, la exhibición de piezas que han sido modificadas por artistas. Finalmente, la presentación de esculturas articuladas en bronce.

De lo primero, podemos afirmar que es la ocasión para deleitarse con, para muchos, verdaderos recuerdos de infancia: aquello que alguna vez fue cotidiano, regresa ante los ojos para acontecer como forma pura, sin que el potencial juego sea nunca iniciado. Los triciclos, las muñecas, los autos, están ahí para ser percibidos, tal y como los vieron dadaístas y surrealistas a principios del siglo pasado: como objetos de inspiración, poderosos elementos de la imaginación, que colaboran activamente en la construcción visual de nuevas vías de pensamiento.
Pero, al contrario del objeto encontrado de Duchamp, el objeto buscado del coleccionista no es recalificado como Arte, sino que se le otorga valor en sí mismo en tanto que mero Objeto.
El juguete, al ser expuesto, cambia de categoría, y de haber sido originalmente manipulable, pasa a ser algo únicamente admirable por la vista. Lo Dionisíaco y lo Apolíneo entran en combate.

Gana Dionisos la segunda partida, cuando un conjunto de juguetes es entregado a diversos artistas, quienes obtuvieron el privilegio de regresionar estéticamente a aquella época de nuestras vidas, donde todo soporte era adecuado para nuestra expresión plástica. Es así como en cada coche de carrera, tanto el control del impulso gestual, como la liberación de un ánimo naif genuino, quedan reflejados mediante sensuales intervenciones de color, textura, pasta y huella.
La convocatoria, muy lúdica por cierto, de extralimitar la disciplina habitual y superar el desafío de intervenir un juguete conservando la identidad plástica del artista, encontró un eco eufórico, cuyos resultados saltan a la vista.

La tercera área del proyecto lo conforman una serie de inusuales esculturas articuladas en bronce, creadas por el propio Ramón Sotomayor, a partir de los moldes con que se fabricaban las muñecas antiguas: la inspiración estética surgida a partir de los juguetes, indica entonces que una colección no sólo es resguardo de la memoria; es también fuente continua de creación.

Natalia Arcos Salvo
Teórica e Historiadora del Arte
Master Arte Contemporáneo, Université París IV-Sorbonne.